Lo anuncian como un clásico de la economía. Se titula ‘Por qué fracasan los
países’ y es un libro escrito en coautoría por Daron Acemoglu del Massachusetts
Institute of Technology (MIT) y James Robinson de la Universidad de Harvard, en
el que tratan de explicar el origen de ‘las enormes diferencias en ingresos y nivel de
vida que separan a los países ricos del mundo… de los pobres’.

CDMX a 1 de octubre de 2021

Estimada comunidad IEE:

Lo anuncian como un clásico de la economía. Se titula ‘Por qué fracasan los
países’ y es un libro escrito en coautoría por Daron Acemoglu del Massachusetts
Institute of Technology (MIT) y James Robinson de la Universidad de Harvard, en
el que tratan de explicar el origen de ‘las enormes diferencias en ingresos y nivel de
vida que separan a los países ricos del mundo… de los pobres’.
Para ejemplificar, resaltan las marcadas realidades entre Nogales, Arizona
y Nogales, Sonora, a pesar de estar en una misma región geográfica y apenas
dividirse por una frontera. La causa: la calidad de las instituciones en cada lado que
crean incentivos muy distintos para los habitantes de cada Nogales. Textualmente
señala que “el ciudadano medio estadounidense es siete veces más próspero que
el mexicano medio y más de diez veces más que el de Perú o América Central”.
Gran parte de esa diferencia en las instituciones se centra -según los
autores- en el origen de los países, pues mientras que Norteamérica fue fundada
por personas con visión inclusiva y apegados a derecho, en Hispanoamérica
sufrimos la devastación del colonialismo español. En la contraportada del libro se
lee que “son los líderes de cada país… quienes determinan con sus políticas la
prosperidad de su territorio…” y The Wall Street Journal dice que el libro “contiene
altísimas dosis de conocimiento y de rigor económico”.
No dudamos que el libro vierta algunas realidades sobre la operación de los
países y que tenga razón en la lógica de la economía. Pero no se apega del todo a
la verdad. Para ellos el funcionamiento de países como Inglaterra, Francia o
Alemania es el de las instituciones inclusivas y la legalidad, mientras que otros,
nosotros incluidos, somos un desastre por la herencia hispana.
Y para muestra un botón en la página 47: “Entre 1824 y 1867, hubo 52
presidentes en México, pocos de los cuales asumieron el poder de acuerdo con
algún procedimiento aprobado constitucionalmente”. Lo cual sin duda fue así. Lo
que no dicen es que las divisiones e ilegalidades del México independiente fueron
promovidas por ellos a través de sus embajadores o enviados especiales
justamente para tal efecto, desde Joel R. Poinsett, quien inició una trágica tradición
de inmiscuirse en nuestra política interna, hasta Henry Wilson en cuya embajada
se planeó el asesinato de Francisco I. Madero. Gran parte de la tragedia mexicana
se la debemos a la política injerencista de ellos y a su afán de mantenernos
controlados fomentando discordias entre mexicanos con el debilitamiento de
nuestras instituciones como resultado tangible.
También parece aventurado lo de política inclusiva y de legalidad, como
podemos corroborar con el despojo a los habitantes originales de Norteamérica, la
injusta guerra con la que se apropiaron de más de la mitad de nuestro territorio, la
discriminación que practican desde siempre como deporte nacional; o lo de
Inglaterra en la India y otros países. Es una legalidad selectiva con criterio
exclusivamente económico.
Sobre el ‘penoso’ colonialismo español, ahora que viene el 12 de octubre, y
esa visión maniquea de ellos buenos y nosotros malos, diremos que el país más
pobre de América es Haití (cuya migración es tema de moda en México) y poco más
atrás viene Belice, que no fueron ‘presas’ de colonialismo hispano sino francés e
inglés respectivamente. Investigar es decir todo, no lo que políticamente conviene,
es la responsabilidad y compromiso mayor para quienes tenemos el privilegio de
laborar para la educación superior: el rigor académico.

- Salvador Leaños -