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Comunicado del Rector

Julio, 2021

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Si en lugar de irnos por necesidad (a trabajar) y regresar por amor (a casa), nos vamos y regresamos por amor, la querencia esta en toda nuestra vida, y eso se refleja en el brillo de los ojos de aquellos que tienen el privilegio de experimentar, no el simple cumplimiento, sino la invención del deber.  

 
Ciudad de México a 1 de julio de 2021

Estimada comunidad IEE:

En nuestro día a día encontramos manifestaciones de rasgos personales (forma de ser, cultura, ideologías, tradiciones) que no se enseñan en aulas ni en cursos especializados, sino en lo que algunos han dado en llamar eufemísticamente ‘la universidad de la vida’. Así escuchamos refranes y sentencias de sabiduría popular al tiempo que encontramos muros pintados con poemas profundos, espectaculares con ideas religiosas, y mensajes filosóficos en… ¡las defensas de camiones de doble rodado! En ellas lo mismo leemos frases de coquetería como el vehículo del carnicero que dice: ‘Conmigo andarás descalza, pero con la barriga llena’, que aceptaciones de la realidad como la carcacha que exhibe: ‘Yo también fui último modelo’, o ‘Es más triste andar a pie’. No faltan los religiosos: ‘Fe en Dios y adelante’, y los que tocan, de manera jocosa o seria, el tema laboral: ‘Mejor de gato que de perro’, ‘Me voy por necesidad, regreso por amor’. Profundicemos un poco en estas dos últimas.

Peyorativamente se entendía que ‘andar de perro’ es no tener un cinco que gastar, no era como hoy que parecer significar ‘compañero’ o algo así. De la misma forma ser ‘gato’ de alguien es ser su empleado, así que al decir que preferimos ‘andar de gatos que de perros’ plantea que es preferible tener un empleo que andar sin dinero. Es, pues, la elección del mal menor. En el segundo, queda claro que lo querido está en casa pero debe dejarse porque allí hay necesidades que deben satisfacerse, entonces aparece el trabajo que nos hace abandonar la querencia para generar recursos y volver a resolver las carencias existentes. No es cosa menor reunir dos temas por demás trascendentales en esta difícil época, tener empleo y una actitud responsable para realizarlo.

No siempre cumplir deberes es grato, casi siempre empezamos a trabajar empujados por circunstancias, por necesidades que nos hacen desarrollar lo que de otro modo no haríamos. Y, sin embargo, al hacerlo satisfacemos un lejano y hondo deseo de nuestra consciencia: crecer, sentirnos útiles, visualizar una razón de ser, aportar al bien común; encontrar una vocación.

Cuando la vocación aparece en nuestras vidas, nuestro tiempo libre deja de destinarse exclusivamente a la diversión y se aprovecha en poner lo instrumental para el logro de objetivos: obtener conocimientos, desarrollar habilidades, y más aún cuando la vocación es demasiado arraigada, porque entonces pensamos en servir a través de ella; encontramos el ser que dirige el hacer y el tener. 

Diremos pues, que la genuina vocación es algo muy parecido al amor, pues se hacen las cosas con pasión. Ese llamamiento amoroso quiere servir al objeto amado y no quererle para sí, sólo para obtener beneficios de él o para poseerle. Muchos se dejan llevar por el espejismo del prestigio profesional o material de la actividad elegida, olvidando que en muchas ocasiones son pequeños detalles invisibles para los demás, nimios pormenores ocultos, los que ejercen en la persona un misterioso influjo atractivo que la hace sentirse plena con lo que hace.

La precaria situación económica que reporta una caída en los empleos obliga a agradecer cuando mantenemos el propio y a cuidarlo ‘aunque no nos guste’, cuando debemos aprender a quererlo; plantearlo no sólo como una actividad de la cual servirnos, sino a la cual también servimos, porque si bien hay vocaciones innatas, hay otras que son creadas por nosotros y potenciadas con la instrucción correcta.

Eso nos lleva a una capacidad creadora infinita, a un servicio diligente, al orden y la claridad de miras, al progreso moral, al apoyo y compañerismo profesional; a la plenitud de vida. Si en lugar de irnos por necesidad (a trabajar) y regresar por amor (a casa), nos vamos y regresamos por amor, la querencia esta en toda nuestra vida, y eso se refleja en el brillo de los ojos de aquellos que tienen el privilegio de experimentar, no el simple cumplimiento, sino la invención del deber.  

- Salvador Leaños -


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