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Comunicado del Rector

Marzo, 2024

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Primer caso: un personaje cautivador y afable logró engañar incluso a personas de pensar muy objetivo y se erigió democráticamente como el mandatario de su patria, a pesar de que desde joven encarnó el prototipo del hombre violento para el que todos los medios eran buenos si favorecían a sus intereses egoístas. Con promesas nuevas evitaba explicar el incumplimiento de las anteriores mientras se aliaba en lo oscurito con los mayores enemigos de su patria, y cuando la corrupción de sus cercanos era inocultable, distrajo la atención con asuntos menores. Antepuso sus deseos de venganza, su ideología fue el beneficio propio y jamás realizó los milagros prometidos, sin embargo, lo trataron como un triunfador, hipnotizados por su encanto personal.

 
Torreón, Coahuila a 1 de marzo de 2024

Estimada comunidad IEE:

Primer caso: un personaje cautivador y afable logró engañar incluso a personas de pensar muy objetivo y se erigió democráticamente como el mandatario de su patria, a pesar de que desde joven encarnó el prototipo del hombre violento para el que todos los medios eran buenos si favorecían a sus intereses egoístas. Con promesas nuevas evitaba explicar el incumplimiento de las anteriores mientras se aliaba en lo oscurito con los mayores enemigos de su patria, y cuando la corrupción de sus cercanos era inocultable, distrajo la atención con asuntos menores. Antepuso sus deseos de venganza, su ideología fue el beneficio propio y jamás realizó los milagros prometidos, sin embargo, lo trataron como un triunfador, hipnotizados por su encanto personal.

Segundo caso: otro sujeto igual de seductor llega al poder y además de encarnar lo ya comentado añadió ser bravucón en su discurso y cobarde en los hechos, retaba a otros gobernantes, pero al enfrentarlos reculaba y se desvivía en elogios. Fue blanco de burlas de países a los que asombraba por su ineptitud y el hecho de que los mayores estragos a su administración fueran por sus propias torpezas, militarizó a México (no hubo soldados para proteger al país, pero sí para tiranizarlo) y lo sumió en crisis inéditas. Sin embargo, encontró un medio en extremo efectivo de comunicarse con su pueblo mediante el que inventó una realidad alternativa: cambió los desastres en virtudes, las escaramuzas en grandes batallas, las torpezas en lecciones de estrategia y los fracasos en gloria, ante un pueblo que en vez de enjuiciarlo lo veía como un rey que ha pecado y que acaso necesite alguna penitencia menor porque siempre es la víctima; no pocos serviles y beneficiados por sus dádivas, negocios y puestos públicos lo llamaron ‘Nuevo Mesías’.

En el primer caso hablamos del Alcibíades (450-404 a.C.), uno de los peores gobernantes de Atenas y punto de inflexión para su decadencia. Se vendió a los espartanos en plena guerra contra ellos y luego los traicionaría igualmente para irse con los persas; conocemos al ‘perro de Alcibíades’ por haberle cortado la cola delante de la ciudadanía para que hablaran de ello y no de la corrupción en su gobierno. En el segundo el aludido es López de Santa Anna (1754-1876), presidente de México, militar perdedor que fue capturado por los norteamericanos y pactó acuerdos inconfesables a cambio de su libertad; a él debemos perder más de la mitad de nuestro territorio y a pesar de ello ocupó la presidencia del país en once ocasiones.

Estos dos casos paradigmáticos, de los que hay muchos, demuestran el triunfo de la narrativa sobre la realidad; de la popularidad sobre los resultados; de la mentira burda sobre la verdad evidente; de la personalidad sobre el Estado. Son personajes cíclicos en la historia de países que no logran evolucionar al imperio de la ley y se mantienen sometidos al hombre poderoso. Como advirtió Aristóteles, en tales casos la arbitrariedad es la regla y cualquier observación se considera rebelión.

El engaño se explica por un fuerte componente emocional que apela a mecanismos internos. También por lo superficial de las capacidades intelectuales que se quedan en simples aprehensiones de las cosas y unen o dividen por afirmación o negación, dejando de lado el escalón siguiente: el juicio, que permite expresarse en propuestas, e ignorando de plano el más elevado: el razonamiento, que se expresa en argumentaciones. Queda como electora de su gobierno una masa social resignada, crédula, apática, con apenas aprehensiones, pero muchas filias y fobias emocionales.

¿Cómo recuperar a los hombres de principios por sobre los de intereses? Parece difícil cuando un país convierte el espíritu de sacrificio en espíritu de lucro o de rapiña, el patriotismo en meras palabras, la sed de gloria en sed de taberna, el culto al honor en culto a la ingratitud, a la traición; todo se puede alcanzar por medios viles. Virtud y popularidad rara vez coinciden, esa es la encrucijada de la maltratada democracia electoral que hoy ‘inicia’ campañas y enfrenta su prueba de fuego.

- Salvador Leaños -


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