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Iniciamos año en condiciones similares a las que dejamos el anterior: una pandemia que se aferra y no quiere dejarnos, pero también una sociedad que ha aprendido a vivir a pesar de ella y a convivir de manera responsable ante los riesgos que siguen latentes. Ante este panorama de inicio de ciclo, es necesario plantearnos cómo podemos apoyar desde nuestra posición como académicos.
Estimada comunidad IEE:
Iniciamos año en condiciones similares a las que dejamos el anterior: una pandemia que se aferra y no quiere dejarnos, pero también una sociedad que ha aprendido a vivir a pesar de ella y a convivir de manera responsable ante los riesgos que siguen latentes. Ante este panorama de inicio de ciclo, es necesario plantearnos cómo podemos apoyar desde nuestra posición como académicos.
Es cierto que tenemos pendientes en materia de salud y de economía que han sido las más afectadas, pero también tenemos daños importantes en el espíritu; miedos y dolores que todavía no superamos. Recuperar al ser humano en el equilibrio de aceptar lo que no podemos cambiar y luchar por lo que es susceptible de modificación es nuestra tarea en adelante.
Para ello necesitamos ejercer tres atributos intelectuales que quizá hemos olvidado pero que han ayudado desde siempre en estos difíciles trances: la serendipia, la polimatía y la eutrapelia, que parecen tres parientes nuestras a las que hay que tener cerca.
La serendipia se conoce como un hallazgo afortunado, encontrar algo que no estabas buscando, sin embargo la palabra que proviene de un cuento, habla de que no es propiamente un encuentro fortuito, sino como resultado de profundas deducciones y acertadas interpretaciones. Una serendipia famosa ocurrió cuando en la antigüedad se desbordó el Río Nilo inundando unos graneros de cebada; mientras unos lamentaron la pérdida del grano, alguien fue capaz de deducir que ese caldo no estaba del todo mal y había nacido la cerveza. Pero no se encontró una botella ya etiquetada lista para consumirse, debió deducir profundamente e interpretar de forma acertada, y es en ese concepto como necesitaremos a la serendipia.
En el caso de la polimatía, poli significa mucho, mientras que mathes es entender. Polímata es quien tiene saberes sobre muchas áreas. No hace mucho las mujeres y los hombres eran polímatas, hasta que nos concentramos en una parcela de conocimiento logrando con ellas la especialidad, pero llevándola al extremo de llegar a lo que Ortega llamó ‘la barbarie de la especialización’, bajo la cual tenemos grandes médicos neurocirujanos con faltas de ortografía o ingenieros capaces de erigir obras monumentales que jamás han leído al Dante, por ejemplo. La polimatía es saber enciclopédico, esa armonía sinfónica del conocimiento para enfrentar la realidad desde diversas perspectivas.
La eutrapelia es una virtud aristocrática, propia de los espíritus ágiles que, siguiendo a su etimología (eu, bueno; tropos, girar) dan el giro para rescatar lo bueno que tienen las situaciones por lamentables que sean; se ubica en el punto medio entre la bufonería y el mal humor para ver el lado positivo de las cosas y así afrontarlas con el mejor talante posible, así se trate de una pandemia.
Para este año que inicia, deseamos prosperidad, paz, amor y todos los parabienes que son tradicionales, pero también deseamos desde la academia, un año lleno de serendipias, de polimatía y de eutrapelia para ustedes, su comunidad académica y sus seres queridos, ¡un abrazo con afecto!