El próximo día 13 se cumplen 500 años de la conquista de Tenochtitlán que varios erróneamente han señalado como la conquista que hizo España a México. En 1521 no existía España, sino reinos independientes, tampoco México, son pueblos indígenas enfrentados entre ellos. Ese día nació simbólicamente México como nación, y la mejor forma de conmemorarlo es dejar a un lado el discurso de odio y enfocarnos en lo trascedental que hemos construido, entre ellas un estilo.

Ciudad de México a 2 de agosto de 2021

Estimada comunidad IEE:

Iniciemos con un par de consideraciones que nos ayuden a resaltar un atributo humano fundamental. Primero diremos que es difícil diferenciar la vida de un elefante a la de otro elefante o la de una ardilla a la de otra ardilla, ya que sus existencias parecen esencialmente iguales, ello se debe a que los animales no hacen su propia vida, sino que la reciben ya hecha; no les pertenece, sino que es propiedad de la naturaleza, de allí la uniformidad de los integrantes de cada especie. En segundo término, haremos alguna precisión a quienes dicen que la esencia de la historia es el tiempo, porque si así fuera habría -por ejemplo- una Historia del Sol que existe desde antes que el hombre, más no es así. El acontecer sistemático no es un acontecer histórico; no hay historia en la trayectoria de los astros justo porque son sucesos sistematizados.

El que la vida te pertenezca y que con ella hagas historia, requiere de ese atributo exclusivamente humano que queremos presentar: la libertad. Es ella la que hace de la vida del hombre de un valor infinito, precisamente porque es singularísima y propia de una personalidad definida. Para vivir humanamente, el hombre debe pensar de antemano lo que ‘quiere ser’, libremente, a fin de lograrlo en su vida. Y cuando varias almas tienen una adhesión voluntaria a otras con similar objetivo, tenemos una nación.

La nación es una creación del hombre, pero que no se limita a temas de la naturaleza, es decir, a la sangre, raza, territorio, o incluso idioma; ello nos haría un tanto parecidos a organizaciones como las de los castores o las de las hormigas; necesitamos una idea espiritual para complementar a la natural, y decimos entonces que una nación es aquella que viene de la misma historia, que comparte la realidad presente y que visualiza un futuro común de aquel ‘querer ser’. 

Además de estar en el mismo barco que viene de una trayectoria común, navegar juntos por las aguas actuales, y llevar la misma trayectoria, parecería todavía incompleta nuestra aproximación. Diremos que más que adherir es pensar a lo que nos adherimos, y esa es la cuestión más relevante: no es sólo la unidad de pasado, presente y futuro, sino lo que hay de común entre los tres momentos, lo que hace que los tres sean homogéneos, lo que los liga en una unidad en la forma de ser por encima de los vaivenes del tiempo; lo llamamos estilo.

El próximo día 13 se cumplen 500 años de la conquista de Tenochtitlán que varios erróneamente han señalado como la conquista que hizo España a México. En 1521 no existía España, sino reinos independientes, tampoco México, son pueblos indígenas enfrentados entre ellos. Ese día nació simbólicamente México como nación, y la mejor forma de conmemorarlo es dejar a un lado el discurso de odio y enfocarnos en lo trascedental que hemos construido, entre ellas un estilo.

Tenemos varias cosas: territorio con cultivos diversos; raza con caracteres propios, modalidades, gestos, preferencias, ritmos; idiomas con vocablos, dichos, refranes; todos los actos que en México se han realizado desde tiempos anteriores hasta hoy; las creaciones que se han engendrado; todas las cosas, productos y formas que mantienen entre sí una homogeneidad especial, un aire de familia, un carácter común invisible, indefinible; un proceder propio y un porvenir común. 

No es poca cosa hablar del tema, pues representa una manera de andar, de hablar, de reír, de llorar, de cantar, de vestir, de nacer y de morir, siempre con esa forma común que significa mucho para nosotros, pues no es un simple modo suelto o pasajero sino lo más serio y profundo que podemos construir con nuestra libertad: un estilo de vida.

- Salvador Leaños -