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Comunicado del Rector

Marzo, 2025

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Cuando escuchamos hablar de Oriente imaginamos turbantes, alfombras voladoras, música misteriosa y tierras mágicas muy distantes de nosotros y de nuestra forma de ser. Sin embargo, la división de oriente próximo, medio oriente y lejano oriente en realidad no se aplica desde nuestro querido México, sino a partir de Europa, por eso en Turquía el Bósforo separa Asia de Europa, pero también Oriente de Occidente, es decir que somos vecinos.

 
Ciudad de México a 3 de marzo de 2025

Estimada comunidad IEE:

Cuando escuchamos hablar de Oriente imaginamos turbantes, alfombras voladoras, música misteriosa y tierras mágicas muy distantes de nosotros y de nuestra forma de ser. Sin embargo, la división de oriente próximo, medio oriente y lejano oriente en realidad no se aplica desde nuestro querido México, sino a partir de Europa, por eso en Turquía el Bósforo separa Asia de Europa, pero también Oriente de Occidente, es decir que somos vecinos.

En tiempos de su grandeza, el Imperio Romano constituía un extenso territorio bajo un mismo gobierno que el emperador Teodosio dividió entre sus hijos: a Honorio el Imperio Occidental con capital en Roma y para Arcadio, el Imperio Oriental con sede en Constantinopla (antes Bizancio, hoy Estambul). Sin embargo, en oriente próximo se consideraban europeas las ciudades herederas de la cultura griega, como Alejandría, Antioquia y Éfeso, etc.; aunque sus nombres, de personas y de ciudades, nos parecen extraños, compartimos muchas tradiciones anteriores a la llegada de los musulmanes.

Cuando murió Arcadio, dejó dos infantes: el emperador Teodosio II y la emperatriz Pulqueria. Cuando el joven Teodosio estuvo en edad de contraer matrimonio, su hermana se empeñó en conseguirle una mujer de la talla del imperio que estaban construyendo; puso los ojos en Atenais, dama que recibió una educación tal que la convirtió en una de las personas más cultas y de más encanto en una corte llena de brillo y opulencia; no pertenecía a la nobleza, tampoco era católica; su nombre, Atenais, cambió en su bautismo por Elia Eudocia. Ambas mujeres, hermana y esposa, hicieron equipo para transformar al emperador en un académico interesado tanto en filosofía, teología e historia, así como en cuestiones científicas.

Pulqueria convirtió el que era probablemente el más corrupto de los palacios imperiales en un monasterio. Sin duda era extraño que una niña tomara asiento entre los ministros de palacio, pero, aunque no llegaba a los quince años, tenía una prudencia superior a su edad; jamás se vio mayor prosperidad en el Imperio de Oriente “ni alcanzó mayores de ejemplos de virtud la familia imperial, que bajo la dirección de la Augusta Pulqueria”, y es que estaba convencida que las costumbres de los reyes son imitadas por sus pueblos. Su aportación espiritual fue tal que alcanzó los altares: el 10 de septiembre se celebra en el santoral católico a Santa Pulqueria.

Con esa base, la obra maestra de Elia Eudocia llegaría un poco después: el claustro universitario tuvo allí su origen. El 27 de febrero del 425 (¡hace mil seiscientos años!), encabezada por la emperatriz Elia Eudocia, se inauguró el Pandidakterion, palabra griega que describe un lugar para ofrecer educación universal y proveer de eficientes funcionarios al Imperio Romano de Oriente. Luego de avatares políticos en el 849 el Pandidakterion se transformó en Universidad Imperial de Constantinopla y en 1453 la Universidad de Estambul que existe hasta hoy.

Es decir que la actual Universidad no tuvo su origen ni en las madrazas árabes del norte africano, ni en las escuelas italianas; fue quinientos años antes en Constantinopla cuando se decidió crear una institución en que se agruparan académicos que impartieran la docencia y otorgaran grados para carreras, tanto vinculadas a las letras como a las ciencias. Iniciaron con 32 docentes, 16 en latín y otro tanto en griego, para dar equidad al abecedario latino y al alfabeto griego.

Dos mujeres de gran talla son quienes hicieron posible el modelo universitario que se expandió por todo el mundo y que existe con gran salud académica hasta hoy: Pulqueria y Elia Eudocia. Con ellas sí que llegaron todas y sin aspavientos, pues son millones de mujeres quienes han cursado estudios, obtenido grados y ocupado espacios de gran trascendencia. Llegar todas es abrir oportunidades no con prejuicios políticos, sino para todas las que están dispuestas para recibir las impresiones que la virtud y la ciencia causan en quienes saben apreciarlas en su real medida.

- Salvador Leaños -


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