Los cambios, que paradójicamente son lo único constante ante nuestros sentidos, ocurren de diversas formas, quizá la más fácil para clasificarlos sea su rapidez; pongamos por ejemplo al aire, que según su velocidad toma el nombre de brisa, viento, huracán o tempestad. En la vida hay sucesos súbitos que, al igual que un huracán, nos generan cambios en la forma de pensar y de vivir: un ascenso laboral con el correspondiente aumento de sueldo o un doloroso despido; la llegada de un nuevo integrante a la familia o la muerte de un ser querido; salir ileso de un accidente o que nos detecten una enfermedad grave; una ruptura amorosa o conocer a alguien especial. Pero hay otros que ocurren -como la brisa- de manera paulatina e imperceptible, no los vemos con facilidad y acaso reparamos en ellos cuando luego de un tiempo nos percatamos que personas, lugares o actividades que nos eran muy cercanas ya no lo son y viceversa, sin que medie un suceso relevante como causa.
CDMX a 1 de Diciembre de 2022
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