Algunas virtudes se han convertido en vicios y viceversa en el devenir del tiempo. Según la época es la visión en ciertos casos: la holganza para los griegos de la antigüedad era positiva, le llamaban ‘ocio contemplativo’ y era ese momento de reflexión y de pensar profundo, pero en el cristianismo, San Benito nos enseñó que la ociosidad es la madre de todos los vicios. En contraparte, una virtud teologal que llamamos ‘esperanza’, todavía vigente, era uno de los males que Zeus puso en la caja que entregó a Pandora pidiéndole que no la abriera; estaba a la par de la enfermedad, la mezquindad, la envidia, etc., porque significaba esperar algo que nunca llegaría.
Guadalajara, Jalisco a 1 de junio de 2024
Estimada comunidad IEE:
Algunas virtudes se han convertido en vicios y viceversa en el devenir del tiempo. Según la época es la visión en ciertos casos: la holganza para los griegos de la antigüedad era positiva, le llamaban ‘ocio contemplativo’ y era ese momento de reflexión y de pensar profundo, pero en el cristianismo, San Benito nos enseñó que la ociosidad es la madre de todos los vicios. En contraparte, una virtud teologal que llamamos ‘esperanza’, todavía vigente, era uno de los males que Zeus puso en la caja que entregó a Pandora pidiéndole que no la abriera; estaba a la par de la enfermedad, la mezquindad, la envidia, etc., porque significaba esperar algo que nunca llegaría.
Cada seis años los mexicanos abrimos una expectativa y generamos esperanza, con duda si es vicio o virtud, y no por los partidos que invariablemente acaban traicionándola, sino por un sistema agotado que no responde a las exigencias del bien común. En el origen, con el triunfo de la polis griega también se impuso el libre estado de derecho occidental frente al absolutismo de Oriente; los griegos lucharon por el ideal de la libertad intelectual y de una moral superior en un mundo occidental libre. Pero no hay rosa sin espinas o día sin noche; si bien la democracia consolidó grandes naciones y fortaleció las potencialidades ciudadanas, también acumuló riesgos que en países como el nuestro se agudizaron.
Al proporcionar a los ciudadanos la oportunidad de participar activamente en la política del estado, Pericles introdujo el pago por ello haciendo que muchos atenienses se acostumbraran a ser sostenidos por el estado, a vivir del presupuesto; al cabo del tiempo más que servir les interesaba el pago, ello atrajo a personas ambiciosas, perosin perfil de servidores públicos. Así llegó la incompetencia, el interés y el amiguismo.
Con la Revolución Francesa retornan los sistemas democráticos bajo los supuestos de libertad e igualdad que Rousseau propagó y que inspiraron la Constitución de Norteamérica y de allí a todas las de Hispanoamérica. El ‘pero’ es que la libertad se implantó a la fuerza, aun a quienes no la entendieran de ese modo; las resistencias fueron aplastadas sanguinariamente en Francia, y los indios norteamericanos fueron despojados y recluidos. La igualdad era palabra divina aun cuando las mujeres, los indios, y los afros no tenían derechos ni posibilidad de ocupar puestos públicos. Eso trajo la incongruencia, la hipocresía y la doble moral.
El siglo XX nos presentó proyectos políticos que fueron de poder, no de gobierno; los caciques primero y los presidentes-reyes después, se inclinaron ante el poder económico que hoy campea por todas partes. Quien tenía dinero tenía proyecto político sin importar si era traficante o ladrón. Gana las elecciones quien tiene más dinero y quien es capaz de controlar masas, pero no quien tenga el mejor plan de país; el ansía de riqueza recorre todos los órdenes de gobierno. Con ella vino la corrupción, el desvío de recursos y el robo descarado. La incompetencia, la incongruencia y la corrupción arribaron con toda su fuerza dentro de la política mexicana en el nuevo siglo. Las vemos, tristemente, en todo su esplendor en miles de casos documentados ampliamente, pero hoy sólo basta con
negarlo o decir que no es exacto, que se sacaron palabras de contexto, que otros robaron más, que son ataques políticos… y así llegó la desvergüenza y el descaro.
Y esos lastres que viene arrastrando una lacerada democracia nos hacen dudar si la elección de nuevos funcionarios públicos (presidencia incluida), en la que sin embargo debemos participar mañana, nos genera esperanza-virtud o esperanzavicio. ¿Los que en campaña presumieron soluciones para todos los problemas en
verdad las tendrán?, ¿Aspiramos de cierto a una mejoría en todos los órdenes?, ¿Lograremos sacudirnos los vicios para aspirar a crecer?, ¿El servicio público dejará de ser una red de complicidades para velar por el bien común? ¿Seguiremos en una noche cerrada o las estrellas nos auguran algo mejor? Pronto lo sabremos…