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Comunicado del Rector

Julio, 2023

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Cuando los creadores del buscador Google nos lo presentaron, dijeron que su objetivo fue “hacer accesible toda la sabiduría del mundo; accesible a cualquiera de una manera fácil, rápida y gratuita”. Nos hacían ver tan lejana la época en la que se leía en rollos, legajos, códices y todo tipo de escritos realizados por amanuenses; la imprenta nos permitió el libro impreso que facilitó el acceso al saber de una forma entonces inusitada, pero esto es asombroso. Y cuando parecía que no podría ser mejor, aparece la inteligencia artificial que además de concentrar información, crea contenidos correlacionándola. La “sabiduría del mundo” está hoy dentro de nuestros teléfonos inteligentes. Nunca tan cercana, nunca tan completa, nunca tan fácil.

 
Ciudad de México a 3 de Julio de 2023

Estimada comunidad IEE:

Cuando los creadores del buscador Google nos lo presentaron, dijeron que su objetivo fue “hacer accesible toda la sabiduría del mundo; accesible a cualquiera de una manera fácil, rápida y gratuita”. Nos hacían ver tan lejana la época en la que se leía en rollos, legajos, códices y todo tipo de escritos realizados por amanuenses; la imprenta nos permitió el libro impreso que facilitó el acceso al saber de una forma entonces inusitada, pero esto es asombroso. Y cuando parecía que no podría ser mejor, aparece la inteligencia artificial que además de concentrar información, crea contenidos correlacionándola. La “sabiduría del mundo” está hoy dentro de nuestros teléfonos inteligentes. Nunca tan cercana, nunca tan completa, nunca tan fácil.
Este indiscutible hecho, nos haría albergar esperanzas en la conformación de una sociedad más preparada y crítica que ayude a sus individuos a confeccionar una identidad propia delineando sus rasgos frente a los demás. Y sin afirmar que exista una relación directa, a mayor accesibilidad a la “sabiduría” en línea, hay un aumento de un tipo de personas con ausencia de características individuales, que no se diferencian de los demás, como si se igualaran las mentes y las costumbres, la tecnología no ha sido un complemento; ha tomado el control total.
La mayoría de mujeres y hombres producto de esta sociedad hiper tecnologizada se caracterizan por su inmersión en la masa en la que se esconden, no quieren diferenciarse sino mimetizarse. Son multitud y vegetan moldeados por el medio, no hablan nunca; repiten siempre, juzgan a los demás como los oyen juzgar. Es la más exacta de las mediocridades: no dan escándalos de los cuales apenarse, pero tampoco son ejemplo para quienes los rodean; son incapaces de asesinar, con la misma incapacidad para actos de heroísmo; no roban, pero no dan; la traición no está en su léxico como tampoco lo está la lealtad; no conspiran contra la sociedad, pero tampoco cooperan con ella; no atacan, tampoco defienden.
Van por la vida repitiendo las mismas cosas y afiliándose a las mismas ideas, como individuos intercambiables. Sin embargo, el tema toma tintes de resentimiento porque detestan a los que se salen de la media. Su sola existencia les ofende; incapaces de elevarse a esas alturas, deciden rebajarlos minimizando el mérito ajeno. Olvidan la máxima más importante de la vida en sociedad: todos podemos participar del éxito de los demás, a través de la admiración, mas no les es posible porque ignoran el temple y la disciplina para ascender a la cima desde donde héroes, sabios y santos observan el mundo. La fortaleza admira, la mediocridad envidia.
A pesar de todo, no deja de haber esas personalidades rebosantes, generosas, que ascienden nadando contra las corrientes rebajadoras a las que resisten con una elegante dignidad. Son alguien, poseen una firme línea de carácter, son inconfundibles y capaces de imprimir su sello indeleble en iniciativas y obras fecundas. Es de ellos de quienes se ocupa la Historia cuando habla de personajes destacados.
La diferencia radica en los ideales. El hombre medio no es capaz de concebirlos, es pragmático y realista; es el idealista quien despoja a la existencia de lo malo para concebir en su mente el deber ser, visualizando la experiencia y acomodándola en moldes de perfección para luchar por verlos realizados. El ideal es un gesto del espíritu hacia la perfección, así tenemos la mente poderosa de los genios, la virtud diáfana de los santos, la valentía de gesta de los héroes.
Los medios para acercarnos al conocimiento no son ni serán nunca suficientes ni definitivos, necesitamos ideales, pero esa es una tarea personalísima y compleja. Tenemos inteligencia artificial, pero no podemos tener ideales, virtudes, ni temples artificiales, esos deben desarrollarse en el vivir mismo; surgir de lo más profundo del corazón, de lo más elevado de la inteligencia, y con ellos hacerle una amorosa declaración de amor a la vida, a una vida que merezca la pena vivirse.

- Salvador Leaños -


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