Abril de cada año es especial para su servidor, ya que de manera cíclica cae cumpleaños pero también el Día de la Literatura, y esa combinación provoca que lleguen a mis manos libros como obsequio que siempre son atendidos como se debe. En esta ocasión ocurrió una coincidencia: dos personas muy queridas me regalaron igual número de libros que en principio pensé que eran el mismo, pues la portada es muy similar; el primero de ellos “La memoria vegetal” del legendario Umberto eco, el otro “El infinito en un junco” de la española Irene Vallejo.
La confusión aparece porque ambos se presentan con un papiro sobre fondo claro, pero además el título anuncia lo vegetal y un junco que también se acercan mucho. Uno tuvo su primera edición en 2018 el otro en 2019. Ambos hablan de libros, su historia, curiosidades, bibliofilia y bibliomanía, ejemplares perdidos y misteriosos, y bibliotecas desde la antigüedad hasta hoy. Lecturas por demás apasionantes.
Umberto Eco nos enfoca en la trascendencia de la escritura como memoria de la humanidad y frontera entre la prehistoria y la historia, los primeros registros se realizaron sobre piedra y en tablillas de arcilla, a lo que llama la “memoria mineral”, también habla de los pergaminos de cuero como “memoria animal”, y de la “memoria vegetal” del papiro que llegó hasta nosotros en forma de papel, que ahora parece dar paso a la “memoria digital” con los libros virtuales.
CDMX a 2 de junio de 2022
Estimada comunidad IEE:
Abril de cada año es especial para su servidor, ya que de manera cíclica cae cumpleaños pero también el Día de la Literatura, y esa combinación provoca que lleguen a mis manos libros como obsequio que siempre son atendidos como se debe. En esta ocasión ocurrió una coincidencia: dos personas muy queridas me regalaron igual número de libros que en principio pensé que eran el mismo, pues la portada es muy similar; el primero de ellos “La memoria vegetal” del legendario Umberto eco, el otro “El infinito en un junco” de la española Irene Vallejo.
La confusión aparece porque ambos se presentan con un papiro sobre fondo claro, pero además el título anuncia lo vegetal y un junco que también se acercan mucho. Uno tuvo su primera edición en 2018 el otro en 2019. Ambos hablan de libros, su historia, curiosidades, bibliofilia y bibliomanía, ejemplares perdidos y misteriosos, y bibliotecas desde la antigüedad hasta hoy. Lecturas por demás apasionantes.
Umberto Eco nos enfoca en la trascendencia de la escritura como memoria de la humanidad y frontera entre la prehistoria y la historia, los primeros registros se realizaron sobre piedra y en tablillas de arcilla, a lo que llama la “memoria mineral”, también habla de los pergaminos de cuero como “memoria animal”, y de la “memoria vegetal” del papiro que llegó hasta nosotros en forma de papel, que ahora parece dar paso a la “memoria digital” con los libros virtuales.
Vallejo, por su parte refuerza la idea de la importancia de los libros en la supervivencia de las mejores ideas de quienes nos han precedido en la historia. “Sin ellos, tal vez habríamos olvidado a aquel puñado de griegos temerarios que decidieron entregar el poder al pueblo -y llamaron ‘democracia’ a ese osado experimento-; a los médicos hipocráticos, que crearon el primer código deontológico de la historia donde se comprometían a cuidar también a los pobres y esclavos…; a Aristóteles, que fundó una de las más tempranas universidades, y decía a sus alumnos que la diferencia entre el sabio y el ignorante es la misma que entre el vivo y el muerto; a Eratóstenes, que usó el poder del razonamiento para calcular la circunferencia de la tierra con un margen de error de apenas ochenta kilómetros utilizando tan solo un palo y un camello; o los códigos legales de aquellos locos romanos que un día reconocieron la ciudadanía a todos los habitantes de su enorme imperio; o a ese cristiano, Pablo de Tarso, que pronunció quizá el primer discurso igualitario cuando dijo: ‘No hay judío ni griego, ni esclavo ni hombre libre, ni hombre ni mujer’”.
El libro como objeto de culto por traernos el pasado hasta la comodidad de sus páginas, parece no tener discusión, le estamos eternamente agradecidos. La polémica se centra en su futuro, concretamente en las voces que hablan de la desaparición de los textos físicos en favor de los nuevos medios visuales y la información electrónica. Ambos autores se muestran escépticos e incluso Eco dice que se equivocan quienes presentan “un duelo mortal” entre ambos formatos, pues coexistirán los dos. La visión de pugna nos remonta a aquellas afirmaciones dogmáticas que auguraron el fin de las salas de cine; con tantas plataformas e infraestructura, es fácil tener el cine en casa, sin embargo las salas cinematográficas se muestran fuertes y consolidadas.
Es un alivio pensar que cada quien puede elegir la mejor forma de leer, seguirán en aumento los lectores de e-books, pero también los que preferimos un ejemplar físico que ha sido pensado para nuestra mano y que funciona sin pila, al que le doblamos esquinas y hacemos anotaciones, que se queda abierto sobre nuestro pecho cuando nos gana el sueño. Porque no se lee solo con los ojos sino con todos los sentidos: se escuchan las hojas crujir, se siente la lisura del papel, huelen rico sus páginas y hasta podemos saborearlas cuando humedecemos con la lengua nuestro dedo para cambiar de una a otra. Es de esos placeres intelectuales y multisensoriales que hacen que nos enamoremos de los libros y no únicamente de su contenido.