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Comunicado del Rector

Marzo, 2023

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Nos dicen los expertos que la diferencia entre publicidad y propaganda radica en que la primera busca comercializar productos y servicios mientras la otra pretende la adhesión de la persona a una causa. Por eso no decimos “publicidad política” sino “propaganda política”, ya que los candidatos y políticos en general, no buscan nuestro dinero (en principio, claro está) sino nuestra simpatía y finalmente nuestro voto.

 
Tulum, Quintana Roo a 1 de Marzo de 2023

Estimada comunidad IEE:

Nos dicen los expertos que la diferencia entre publicidad y propaganda radica en que la primera busca comercializar productos y servicios mientras la otra pretende la adhesión de la persona a una causa. Por eso no decimos “publicidad política” sino “propaganda política”, ya que los candidatos y políticos en general, no buscan nuestro dinero (en principio, claro está) sino nuestra simpatía y finalmente nuestro voto.
Ambas, sin embargo, enfrentan dos grandes dificultades: (1) lograr que lo ofrecido corresponda con la realidad, es decir, que sea verdad, además (2) que toda la idea de lo planteado logre resumirse en dos o tres palabras que sean el slogan de la campaña. Habrá a quien no le importe resolver esas dificultades, por eso tenemos campañas engañosas sobre los denominados “productos milagro” y slogans francamente malos. Pero también estamos a quienes nos importa mucho apegarnos a la verdad en lo que ofrecemos y corresponder a la promesa del mensaje.
Por eso cuando nos propusieron la nueva campaña para el IEE, fue unánime la aceptación de ese slogan que define con toda claridad a lo que nos dedicamos: “transformamos realidades”. Nadie modifica su entorno si no lo hace primero él mismo, de manera que respetamos ese orden: transformar a la persona para que ella lo haga, a su vez, con el entorno familiar, profesional, empresaria, social.
Transformar significa cambiar de forma. Claro que no hablamos de la forma física, labor para un cirujano plástico, un nutriólogo o un instructor de gimnasio; sino de modificar la forma intelectual y espiritual, de ampliar horizontes, de pulir la visión, de provocar una revolución interior que resulte en mejorar al ser mismo. No nos limitamos únicamente saberes técnicos, sino a una formación integral que regrese a los orígenes de la educación superior: formar la inteligencia para llegar a la verdad; la conciencia para alcanzar la bondad; el gusto para acceder a la belleza.
Y ello corresponde con la realidad. A lo largo de muchos lugares y muchas épocas hemos comprobado esa nueva forma a través ascensos laborales, sociedades empresariales entre la comunidad, consolidación de nuevos docentes, autorías de libros y un largo etcétera que nos hace sonreír cuando escuchamos aquellas frases tan comunes como: “estudiar en el IEE cambió mi vida”, “me ha dado mucho en todos sentidos estar aquí”, “pensé que sabía todo y vine a encontrar un nuevo mundo”. Eso sin contar con casos peculiares como el rechazo a cualquier beca bajo el argumento de que lo aprendido supera con creces lo erogado, aquel pequeñín de una alumna a quien bautizaron sus compañeros como “Fide”, pues durante los últimos momentos de su embarazo, en clases estudiaban el fideicomiso, o encontrar graduados de tercera generación; mamá o papá, además de abuelos, egresaron también de nuestras aulas.
Justo es reconocer que nuestros estudiantes han ayudado bastante, son ellos los que han decidido ver la realidad con otros ojos y acercarse al conocimiento con humildad; apasionados promotores de su propio aprendizaje que han verificado ese cambio que de a poco va operando en su interior y que es perceptible por ese brillo peculiar en su mirada. No son sólo idealistas sino mujeres y hombres de acción que han formado una sólida comunidad académica enfocada en servir a la sociedad.
Claro que nadie da lo que no tiene, y para mantenernos como una institución que transforma realidades hacia lo más alto, tenemos que hacerlo también nosotros y responder a las exigencias de los tiempos. Académicos, alumnos, administrativos, consejeros, y demás integrantes de la familia IEE, trabajamos por mantener una raíz sana y bien nutrida para florecer cada vez ante los cambios que la modernidad va planteando; ser flexibles y adaptables pero agarrados de un ancla sólida y probada a través de los tiempos. Así nos encuentra nuestro aniversario 54, egresando de nuestras aulas no sólo personas bien formadas sino únicas, y contestando con aplomo a la pregunta sobre lo que hacemos en el IEE: transformamos realidades.

- Salvador Leaños -


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