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Comunicado del Rector

Noviembre, 2022

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Cuando leemos a un autor -contemporáneo o de otro tiempo- y entendemos sus ideas, en ocasiones nos sentimos tan identificados que pensamos: “esto lo pude haber escrito yo”, reconociendo un parentesco intelectual que demuestra la atemporalidad del pensamiento. Encontramos personas con las que compartimos visiones y otras que sentimos lejanas, pero aun con quienes congeniamos tenemos diferencias así como coincidencias con los que presentan perspectivas contrarias.

 
CDMX a 1 de Noviembre de 2022

Estimada comunidad IEE:

Cuando leemos a un autor -contemporáneo o de otro tiempo- y entendemos sus ideas, en ocasiones nos sentimos tan identificados que pensamos: “esto lo pude haber escrito yo”, reconociendo un parentesco intelectual que demuestra la atemporalidad del pensamiento. Encontramos personas con las que compartimos visiones y otras que sentimos lejanas, pero aun con quienes congeniamos tenemos diferencias así como coincidencias con los que presentan perspectivas contrarias.
Claro que debemos leer las dos caras de la moneda para conocer las múltiples panorámicas, lo que lleva a reforzar posiciones cuando así lo ameritan argumentos, o ajustar nuestra visión cuando descubrimos datos, hechos, u opiniones contundentes. Se trata de abordar la realidad siempre con honestidad intelectual más que con visión ideológica o la soberbia propia de nuestro tiempo.
Uno de los autores con los que comparto opiniones, anunció la publicación de un libro que desde el título: “Los filósofos en la era tecnológica: los pitagóricos de hoy”, provocó aquella inquietud de “tengo que leerlo ya”. Recién salió a la venta (dice la edición que se imprimió en mayo pasado), adquirimos el nuestro para leerlo “en una sentada”. Mi expectativa era alta, pero la lectura fue de más a menos.
En resumen, se afirma en el texto que la antigua Academia platónica, antecedente claro de las universidades actuales, ha renacido y hoy podemos encontrarla en la bahía de San Francisco, California: la Universidad de Stanford. Sin ella no podemos entender el Silicon Valley, líder en empresas de alta tecnología y por ende de desarrollo económico a gran escala. Sin duda un referente mundial.
Pero si comparar a la Academia de Platón con aquella universidad californiana ya nos hace levantar una ceja, cuando suelta que Elon Musk (Tesla), Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Microsoft), Jeff Bezos (Amazon), Larry Page y Sergey Brin (Google), así como Mark Zuckerberg (Meta, antes Facebook), son los nuevos Pitágoras, Filolao, Arquitas, Platón y Aristóteles, ya es ir demasiado lejos.
El argumento central es que si bien debemos a los griegos “grandes discusiones sobre la realidad que continúan vigentes y siguen inspirando a los pensadores de hoy”, y se reconoce que legaron una forma de ser que lleva siglos renovándose pero con base en las mismas ideas, hoy tenemos “una nueva generación de visionarios que han transformado radicalmente el mundo como lo conocemos”.
Todos somos libres de pensar y no tenemos que hacerlo de igual manera, aunque también hay excesos; si nos afanamos podemos encontrar similitudes entre el agua y el aceite, finalmente ambos son líquidos, aunque sus diferencias sean abismales. Sobre esta desafortunada comparación diremos que la tecnología es un medio, el pensamiento griego descubrió los fines; los de Stanford leen mucho (así dice el texto), los griegos pensaron mucho; los “modernos pitagóricos” se miden en millones de dólares, los pitagóricos originales representan lo inconmensurable de personas y realidades transformadas; los del Valle del Silicio están envueltos en demandas de plagios, abusos empresariales, suicidios, violaciones a la ley, mientras los de la Hélade buscaron el bien común y nos heredaron la justicia, la ética, la democracia y otros muchos valores del mundo occidental.
Los californianos son grandes técnicos y empresarios que subordinan todo a la economía y consideran al hombre un algoritmo; los clásicos enfocaron las ciencias hacia la plenitud humana y al bien común. Los medios y la propia naturaleza de la tecnología son efímeros; los fines logran perpetuarse ante el mundo cambiante.
Comprobar si los actuales son la rencarnación de aquéllos no podemos saberlo, las generaciones venideras lo resolverán. Hoy que inicia el mes de los fieles difuntos diremos que hay personajes ausentes físicamente desde hace 2,500 años que siguen vivos, luminosos y seductores. Queda el reto para los modernos.

- Salvador Leaños -


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