“Por eso el 2020 no debe ser olvidado: será el modelo a superar y la forma que no necesitamos, pero sobre todo el parámetro para medir lo mejor que podemos vivir, la felicidad que somos capaces de alcanzar, el amor que tenemos para dar, para ser y para estar. ¡Que sea un gran 2021!”
Ciudad de México a 4 de enero de 2021
Estimada comunidad IEE:
En la antigua Roma cuando un emperador moría, el Senado solía deificarlo, es decir, transformarlo en dios, así escuchamos hablar del ‘divino’ Julio César y del ‘divino’ Augusto. Sin embargo, cuando el César había sido tiránico existía una curiosa figura llamada damnatio memoriae, que literalmente significa ‘maldición a la memoria’, mediante la cual se intentaba borrar cualquier rastro de aquella persona que transformó su gobierno en una etapa dolorosa para los ciudadanos. Una vez muerto el emperador, el Senado deliberaba y hacía un balance sobre su actuación para definir si era elevado al culto público o condenado al olvido, aunque en ocasiones la condena la hacía el pueblo por aclamación al margen de lo que la autoridad determinara.
Si era acreedor al olvido, se destruían sus estatuas y se borraba su nombre de todas las inscripciones públicas. Incluso se raspaba su efigie en todas las monedas para que no quedara rastro alguno de la existencia de aquel tirano; en algunas monedas que han encontrado arqueólogos, está de un lado borrada la imagen de Domiciano, sobre quien pesó una damnatio memoriae, pero del otro se mantiene intacta la de la emperatriz Domicia Longina, quien no fue sancionada con esa terrible pena. Y, sin embargo, varios de los emperadores que fueron condenados al olvido, son de los que más recordamos: Nerón, Calígula o Cómodo, entre otros.
Esto nos dice que el olvido no se da por decreto; eso sería muy fácil. El año que recién terminó parece candidato a una damnatio memoriae: sufrimos trastornos de salud, perdimos seres queridos, vimos caer la economía al ritmo con que se incrementó la violencia y la inseguridad, y nos dejó un inicio de año que luce desafiante e incierto. Más luego de que ha muerto el 2020 como un auténtico tirano, nuestra deliberación al respecto nos dice que, si bien no será deificado, tampoco podemos condenarlo al olvido, será un año, querámoslo o no, de los más famosos y peculiares de nuestra existencia. Porque si bien nos maltrató en muchos sentidos, aún ello es necesario para valorar lo mejor que pueda venir.
La vida se mueve en la armonía de los contrarios: para que exista el día debe haber noche, si no, no se valoraría el día. Para beneficiarnos del éxito es necesario conocer el fracaso, de lo contrario no se reconocería el éxito. Para que haya bien debe existir el mal, pues de no ser así, el bien no tendría sentido.
Heráclito nos dice que la armonía nace justamente de la lucha de los contrarios; son ellos en su incesante oposición los que hacen fluir el mundo. Incluso se da el caso que el mismo elemento posea las dos potencias, de manera que lo que está caliente justo ahora pasa a estar frío y viceversa, un hombre trabaja una parte del día y descansa la otra, y así. Ello significaría que algunos contrarios viven ambos en el ser. Nosotros podemos ser y no ser, pero no al mismo tiempo, cuando dormimos no estamos despiertos, ni podemos estar alegres y tristes simultáneamente, pero podemos ser y estar en los opuestos en diferentes momentos.
El paso de un estado a otro dentro del mismo ser, se llama ‘devenir’, es decir el proceso mediante el cual el objeto se transforma y llega a ser. Pero esa nueva forma de ser, precisa de sus anteriores, tal como Hegel en su dialéctica nos planteo aquello de la tesis, luego su contrario que es la antítesis, para desembocar en una síntesis: nueva y mejorada forma de ser. Cada experiencia, tomada en su total integridad, no puede ser comprendida sino en conexión con el resto de la vida del hombre que la vive, por lo mismo que él está plenamente presente en ella; que su presente contiene su pasado y la proyección hacia el futuro
Por eso el 2020 no debe ser olvidado: será el modelo a superar y la forma que no necesitamos, pero sobre todo el parámetro para medir lo mejor que podemos vivir, la felicidad que somos capaces de alcanzar, el amor que tenemos para dar, para ser y para estar. ¡Que sea un gran 2021!