“Aprovechemos el día de San Valentín en que se conmemora precisamente ese noble sentimiento para que nos acerquemos a él con honestidad y humildad, así lograremos que sea una conmemoración no sólo alegre, sino esperanzadora para todos”.
Ciudad de México a 4 de febrero de 2020
Estimada comunidad IEE:
Un hecho en extremo penoso y una conmemoración muy alegre. En medio de ambos nos encuentra el inicio del segundo mes del nuevo año, es decir entre la tragedia ocurrida en Torreón y el festejo del día de San Valentín, patrono del amor.
El hecho penoso: un niño de apenas 11 años disparó contra su maestra y luego se quitó la vida en un suceso que estremeció a todo el país y aun tuvo ecos más allá de nuestras fronteras. Y sin embargo, de acuerdo a la información oficial que entregó la Secretaría de Gobierno de Durango (recordemos que aunque Torreón pertenece a Coahuila, forma una misma urbe con Gómez Palacio y Ciudad Lerdo, que son parte de Durango), tampoco fue tan sorpresivo el suceso aunque no deje de ser impactante, pues al niño le proporcionó armas su abuelo con la intención que matara a la maestra; el papá ha estado preso por tráfico de anfetaminas en Estados Unidos, y la mamá fue asesinada de forma brutal por razones desconocidas.
Un entorno por demás sombrío para el desarrollo de una infancia considerando que es en esa etapa cuando se forja el carácter del niño y a través de sus decisiones y esfuerzos elige lo que quiere ser. Por ello es inaceptable la presunta explicación del abuelo quien dice que proporcionó las armas porque así fue la decisión del menor. Quizá ahora que fue vinculado a proceso (el abuelo) está viviendo un entorno no agradable, pero la vida nos enseñará que lo que con hechos u omisiones sembremos con absoluta libertad, nos presenta una sola condición: tendremos que vivirlo.
Y nos apuramos a encontrar explicaciones que nos salven como sociedad. Que fue un émulo del asesino de Colombine; que encontró información en internet; que lo influyó un videojuego, y demás, que son apenas explicaciones superficiales para ocultar una causa de mayor profundidad que subyace y explica todas las demás: el odio como opción vital, no porque lo hayas elegido, sino porque no hay más. ¿Cómo pedirle que fuera fraterno y amistoso desde el rencor y el resentimiento? Desafortunadamente mucha gente ve la vida desde esa perspectiva rencorosa.
Por ello es necesario voltear al otro caso, al de la celebración del día del amor y la amistad, porque este y muchos casos más, afortunadamente no tan trágicos, pero que abundan en la sociedad, evidencian la urgente necesidad del amor, primero dentro de las familias, de los padres a los hijos y viceversa, para que luego se desborde hacia la sociedad en un círculo virtuoso infinito.
Amor, no sentimentalismo vacío que no impacta en el mejoramiento del carácter de la persona; amor, no indiferencia disfrazada de libertad; amor, no permisividad culpable que muestra la claudicación en la formación; amor, no exageración en las atenciones y ayudas que inutiliza y anula capacidades.
Dentro de las múltiples concepciones de ese maravilloso sentimiento, vale la pena rescatar la que habla del amor filial y que explica que quien lo siente se entrega hacia el objeto amado. Le brinda desinteresadamente lo mejor de sí para hacerlo crecer: su tiempo, sus mejores momentos, su talento, su carácter, sus capacidades de conciliación y reparación para los tiempos no tan buenos, su prudencia más no indiferencia ante vicios y errores manifiestos; todo ello con la intención de procurarle el mayor bien: verlo en la mejor versión que pueda alcanzar y acercarle a su plenitud y felicidad. Y como el amor idealmente implica correspondencia, entonces ambos dan lo mejor de sí para ver en el otro lo mejor de él. ‘Ama y haz lo que quieras’, dice San Agustín, porque entonces lo que hagas será por el bien del otro.
Eso y no otra cosa es el amor, y eso es lo que nos urge trabajar; desarrollar esa capacidad, que es la única salida ante la situación que nos encuentra hoy en día. Aprovechemos el día de San Valentín en que se conmemora precisamente ese noble sentimiento para que nos acerquemos a él con honestidad y humildad, así lograremos que sea una conmemoración no sólo alegre, sino esperanzadora para todos.