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Comunicado del Rector

Febrero, 2021

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‘Crear lazos’ es la definición simple de amistad y amor; con la profundidad viene la intimidad y el afecto profundo. Para confeccionar vínculos robustos también es indispensable el tiempo, primero para seleccionar bien, observar y diferenciar personas-cuadrado de personas-cubo…

 
Ciudad de México a 2 de febrero de 2021

Estimada comunidad IEE:

Este mes que inicia es buen momento para hablar de geometría y matemáticas. En geometría diferenciamos cuadrado de cubo: el cuadrado es una figura plana cerrada que tiene cuatro lados de igual longitud, mientras que el cubo es también una figura, pero con tres dimensiones y seis caras; la diferencia entre uno y otro, además de los lados, es la profundidad. Si esto lo llevamos a las matemáticas (recordemos que los griegos no tuvieron nuestro sistema de numeración y por ende muchos problemas matemáticos los resolvían desde la geometría), diremos que un número se multiplica por sí mismo cuando es al cuadrado, y una vez más por el resultado cuando es al cubo: así 2² = 4 , pero 2³ = 8. Ese número por el que debe multiplicarse lo conocemos como exponente, de allí cuando decimos que algo tuvo un ‘crecimiento exponencial’.

Pues bien, en este mes celebramos el amor y la amistad y por eso es importante aclarar esos temas geométricos, porque entre las personas encontramos a quienes son como cuadrados, es decir muy superficiales, pero también a quienes son como cubos, o sea con un grado de profundidad. El amor y la amistad verdaderos no florecen en la superficialidad, necesitan de profundidad como condición indispensable. 

La profundidad requiere tiempo pero la superficialidad vive de prisa. La prisa se tiene para algo: para hacer algo, para llegar a algún lugar, aunque en ocasiones no es por el lugar mismo, sino por llegar primero que nadie; la prisa no nos deja ver al otro, tampoco nos deja vernos a nosotros mismos. Proviene originalmente del terror: es la prisa de la huida, de la persecución del tiempo, como si al llenarlo de ocupaciones y actos nos diera una mejor vida. La profundidad que da el tiempo, en cambio, permite la reflexión, la beatitud de la contemplación, la serenidad que nos permite la posesión de nosotros mismos, primero, y luego del otro y de lo demás, de donde nace el amor y la amistad. La prisa no es posesión sino atropello.

Toda posesión exige intimidad, hasta para poseerse a sí mismo se necesita tiempo a solas consigo. Lo íntimo evoca lo selecto, lo reducido, lo privado, lo no accesible a todos ni en todo momento, lo reservado, que por serlo es el lugar donde puede decirse y hacerse lo reservado; lo íntimo es apacible aunque llevemos nuestras tormentas personales; lo íntimo requiere cercanía y poca luz, lentitud y silencio. La media voz es el tono de lo íntimo: la confidencia y la confesión se dicen en secreto.

Así como no se puede susurrar de prisa, tampoco se puede tener confidencia e intimidad con prisa. Sin embargo podemos afirmar categóricamente, contra las suposiciones que hacen muchos, que el amor verdadero y la verdadera amistad no han muerto. Pero necesitamos domesticarnos, como dijo el Principito: al llegar a uno de los múltiples planetas que visita el personaje de Saint Exupéry, se encuentra con un zorro que no puede jugar con él hasta que lo domestique, lo cual llevará tiempo, y ante la pregunta del Principito sobre qué es domesticar, el zorro contesta que es ‘crear lazos’. “Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo…”.

‘Crear lazos’ es la definición simple de amistad y amor; con la profundidad viene la intimidad y el afecto sólido. Para confeccionar vínculos robustos también es indispensable el tiempo, primero para seleccionar bien, observar y diferenciar personas-cuadrado de personas-cubo; pero no con visión geométrica, pues como le dice el zorro a aquel niño de cabello color de trigo: ‘sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos’. Y sin olvidar el tema matemático, el mayor exponente nos traerá, sentimientos gratos, momentos sublimes, pensamientos de grandeza, pero sobre todo, felicidad de manera exponencial. 

- Salvador Leaños -


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