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Comunicado del Rector

Julio, 2020

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“No es necesario saberlo todo ni entenderlo todo para asumir un sentido de vida, nos basta con la convicción de que estamos aquí para ser felices y hacer felices a los demás.”

 
Ciudad de México a 1 de julio de 2020

Estimada comunidad IEE:

Terminamos el primer semestre del año con un saldo que parece sernos desfavorable: nos aquejan severos problemas en salud, economía, seguridad, concordia y demás rubros que presentan un panorama de bancarrota que muchos se apresuran a lamentar y a señalar desde una visión pesimista y casi sin remedio ni retorno. Personas otrora optimistas ahora ven el lado negativo, algunos emprendedores están pasmados, y los que llevaban un rumbo claro se muestran desconcertados; pareciera que los ojos perdieron su brillo de siempre.

Y sin embargo el tema no es nuevo, uno de los testimonios más antiguos que registramos en la cultura fue bautizado con el sugestivo nombre de ‘Canción del desesperado’ y es una especie de testamento que encontraron en una tumba egipcia de hace alrededor de 2,500 años, que entre otras cosas dice que ‘este mundo es un lugar terrible’, para rematar luego de enlistar muchas quejas, que ‘las cosas no pueden seguir así; este mundo se acaba’. Al parecer el mundo no ha cambiado mucho.

La buena noticia es que si las cosas no estuvieran mal, no nos daríamos cuenta de que hay mejores situaciones siempre; el malestar es la clara resistencia al conformismo respecto de lo que existe. Además del conocimiento técnico que hemos obtenido a lo largo de nuestra vida, es tiempo de rescatar el que sirve para el resto de las cosas de la vida y que refuerza lo que no podemos tocar, como el carácter, la solidaridad, el valor, la fe, pero sobre todo el sentido de la vida.

Ante la incertidumbre actual tenemos claro, más que nunca, que nuestro mayor patrimonio es lo que nos queda por vivir, los días que habrán de venir y que no sabemos cuántos sean, sólo sabemos que están vacíos y que, queriéndolo o no, habremos de llenarlos. ¿Los llenamos de pesimismo o de esperanza?, ¿de egoísmo o solidaridad?, ¿de pequeñeces o cosas trascedentes?, ¿de valentía o debilidad? En la respuesta a esas preguntas encontramos nuestra alegría o tristeza, pues la felicidad no se encuentra en lo que nos sucede, sino en la actitud con que lo afrontamos; no en lo que no podemos controlar, sino en lo que depende de nosotros.

En los días que habrán de venir tendremos búsquedas personales, pero es indispensable pensar también en el desarrollo del bien común. El ser humano busca su realización, la cual nunca llega si no se siente que se mejora al mundo; la vida no está hecha para fiestas de un único invitado.

Si damos ese sentido a nuestra vida podemos enfrentar miedos y asumir compromisos que es justo lo que necesitamos. No decimos que sea fácil, de hecho es una tarea de valientes, pero te regala, a cambio, una forma de vida auténtica. No es necesario saberlo todo ni entenderlo todo para asumir un sentido de vida, nos basta con la convicción de que estamos aquí para ser felices y hacer felices a los demás.

La mayoría no estamos preparados para superar obstáculos y cumplir un destino precisamente porque es fácil defender lo que no implica ningún riesgo, sin embargo a mayor felicidad mayor riesgo y allí es donde surge el carácter. Pero no se trata de la falsa seguridad del que está en la cárcel y siente que las rejas lo protegen y delimitan su horizonte, sino la seguridad de la plenitud, la seguridad de la libertad; se trata de felicidad, no de comodidad.

Son indispensables tres claves para lograrlo: (1) actuar y vivir de forma consciente para descubrir quiénes somos y encontrar ese sentido de la existencia, sólo así sabremos qué pedirle a la vida; (2) alimentar siempre el entusiasmo y la esperanza que nace dentro de nosotros para celebrar los días buenos y aceptar los que no lo son; (3) comprometernos permanentemente con los demás, la autoestima nunca falta cuando nos sentimos útiles, además de evitar ese vacío de nuestra existencia porque sabremos que nuestra vida ha servido para algo. En donde pongamos nuestro horizonte está el regalo que vamos a entregar al mundo.

 

- Salvador Leaños -


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