“Dicen que somos esclavos del pasado en el presente, lo cual es cierto, justo como lo es que el pasado del futuro, es hoy.”

Ciudad de México a 1 de junio de 2021

Estimada comunidad IEE:

Estimada comunidad IEE:

La palabra griega homonoia regularmente se traduce como ‘concordia’, aunque su significado exacto es más profundo: ‘unidad de mentes y corazones’, que implica el derecho a disentir y la apertura al diálogo para, a través de la razón, alcanzar esa sincronía entre los individuos y las ciudades; era la forma ideal de hacer política que llevó a varias ciudades-estado griegas a alcanzar su máxima plenitud.

Sin embargo, en el devenir de la historia han existido gobernantes y gobiernos que pretenden alcanzar el control de un país pero sin diálogo, bajo regímenes autoritarios que imponen voluntades personales por encima del bien común y con agendas ideológicas poco empáticas con la ciudadanía, alejadas del mundo real.

Pongamos un ejemplo verificable: un gobierno que se apalanca en el ejército; que considera al Estado (así con mayúscula) como todo: nada contra el Estado y nada fuera del Estado; que pretende moralizar a la población a través de diversos medios; que no ve bien al capitalismo y hostiga a los empresarios porque el gran capital compite con el Estado en poder; que es histórico y nostálgico, pretende regresar a tiempos en el que el país fue supuestamente mejor; que es nacionalista y populista: hace consultas directamente al pueblo sin atender ninguna normatividad o la intermediación de alguna institución; que pide a sus funcionarios que juren fidelidad ciega; que solicita información de las agrupaciones que no pertenezcan al gobierno para tener control de todo; y que gira en torno a un caudillo que es el intérprete y representante del pueblo: 3 + 3 serán 6 mientras él lo quiera, siempre tiene la razón.

Como sabemos, ese régimen descrito es el fascismo y ese caudillo el Duce Benito Mussolini, quien gobernó Italia en la primera mitad del siglo XX con mano de hierro y esa visión de poder absoluto que le llevó a morir fusilado al intentar escapar.

Estamos en la víspera de la elección más grande de la historia en nuestro país por el número de cargos que se eligen y de entidades que participan, de personas que podrían votar y de casillas que se instalarán, de manera que es importante considerar que la discusión ya no se centra únicamente en ser de derecha o de izquierda; ello está claramente definido: economía centralizada y controlada por un Estado robusto, igualdad como virtud más importante y límites en los derechos (izquierda), o libre competencia, el mercado como distribuidor de la riqueza y el Estado sólo como garante del orden jurídico, libertad como virtud máxima y observancia de los derechos individuales (derecha); con muchas posturas intermedias que toman elementos de una y de otra sin radicalizarse; son los de centro-izquierda o centro-derecha. 

Pero dijimos que esos modelos están rebasados en esta elección, ahora lo que se votará es a favor de un modelo fundado en el centralismo que pretende eliminar contrapesos para convertirnos en el país de un solo criterio, o por el liberalismo que defiende a rajatabla la división de poderes y la existencia de equilibrios, porque el concentrar el poder en una persona asoma riesgo de monarquía.

En nuestro IEE tenemos catedráticos y alumnos orientados hacia la izquierda y otros a la derecha; también hay de centro y de otras muchas variedades ideológicas, lo que hace siempre rico el debate intelectual cuando los argumentos superan las filias y fobias personales. Eso sucede porque existe la homonoia como derecho a disentir y aun así vivir en concordia a través del diálogo. Hostigar a quienes no piensan como nosotros va contra la esencia misma de la Universidad que significa justamente ‘universalidad’, y nos impide contrastar puntos de vista, lo que nos instala en una situación académica pobre, o ‘peor’ que en latín se dice pejus. 

El próximo domingo decidiremos el sistema con el que habremos de vivir los próximos años, quizá lustros, salgamos todos a ejercer nuestro derecho y definamos la forma política con la que seremos gobernados. Dicen que somos esclavos del pasado en el presente, lo cual es cierto, justo como lo es que el pasado del futuro, es hoy.

- Salvador Leaños -