Ya no preguntamos si está bien; sólo preguntamos si funciona. Valoramos más al práctico y eficaz que al que tiene ideas e ideales; olvidamos que la vida no se rige por el cronómetro, sino por la brújula.

Ciudad de México a 2 de marzo de 2020

Estimada comunidad IEE:

Se llama ‘Proyecto Zero de Harvard’ y en él investigadores de esa prestigiada universidad estudian las capacidades cognitivas y de orientación ética en niños y adolescentes. Desde 2006 incorporaron el análisis de cómo los medios digitales afectan la orientación de los más jóvenes, a quienes ellos llaman ‘Generación App’, ya que al no tener conciencia de cómo era la vida sin computadoras, internet y teléfonos inteligentes, entienden el mundo como un conjunto de aplicaciones (apps).

La importancia del proyecto no es menor; las aplicaciones no van a desaparecer y tampoco habría motivos para que fuera así, pero la pregunta que flota entre los investigadores es si seremos más dependientes de las apps cada vez y buscaremos una para cada situación de nuestra vida, apartándonos de lo que no tenga app disponible, o si por el contrario, las aplicaciones nos harán más capaces y nos servirán para ampliar nuestro abanico de posibilidades.

Las dimensiones que abordan en la investigación son cruciales en la adolescencia y son al mismo tiempo los aspectos de sus vidas que se han visto más afectadas por la tecnología digital: la identidad, la intimidad y la imaginación. 

Sobre la identidad vale decir que al no formarse y expresarse de manera adecuada presentan dificultades en las relaciones interpersonales y de realización. La pantalla del smartphone de alguien es como su huella digital: en sus aplicaciones se resumen gustos, hábitos y relaciones sociales. Concluyen los investigadores que la identidad de los jóvenes está cada vez más prefabricada (hay que mostrarse como personas impresionantes y deseables), al tiempo que alejada de la vida interior, de los conflictos personales, de la reflexión pausada y de la planificación personal. Cada vez dan menos importancia a desarrollar una filosofía de vida con significado. ‘…corren el riesgo de fijar prematuramente sus identidades, reduciendo probabilidades de desarrollar una identidad completa que les produzca satisfacción personal’, señala el reporte. La falta de autoconocimiento genera inseguridad con todas sus implicaciones. 

Tratándose de la intimidad, resumiremos los hallazgos del proyecto en algunas ideas contundentes que plasma: que los estadounidenses cada vez se sienten más solos y están más aislados socialmente; que la forma de relacionarse de la Generación App mayormente es viendo a los demás como meros objetos a los que podemos acceder y sólo en las facetas que nos resulten útiles, nos consuelen o nos entretengan; que acuñaron el término ‘familia post-familiar’, donde sus miembros interactúan más tiempo con sus aparatos electrónicos que entre ellos; están conectados a la red, pero no hay conexión entre ellos.

La nota positiva la da la imaginación: las tecnologías digitales ofrecen potencial para la creación individual o en grupo, siempre que no trabajemos dentro de los límites de las aplicaciones. Generar ideas propias más que trabajar sobre las ya existentes.

Y ante ese pragmatismo llevado al extremo, la ética tiene muy poco campo de acción. Ya no preguntamos si está bien; sólo preguntamos si funciona. Valoramos más al práctico y eficaz que al que tiene ideas e ideales; olvidamos que la vida no se rige por el cronómetro, sino por la brújula.

No se trata, claro está, de dejar de lado a la tecnología, cosa que además es imposible, pero sí de pedir que no excluyan a las humanidades y a sus reflexiones, que nos ayudan a resolver los problemas arriba señalados. ¿Qué es aparente y qué real?; ¿Qué posible y qué imposible?; ¿Qué es conveniente y qué inconveniente? La literatura, la historia o la filosofía, se han dado a la tarea de abordar esas cuestiones desde hace más de 25 siglos. La originalidad en ocasiones es volver al origen y replantear las cuestiones fundamentales, las que, finalmente, nos llevan a formar y orientar nuestra identidad, intimidad e imaginación hacia nuestra plenitud y felicidad, temas que no sólo dependen de formar la inteligencia, sino también el espíritu.

- Salvador Leaños -