Gabriel Marcel hizo una clara distinción entre problema y misterio: un problema es un obstáculo, pero objetivo y por ende puedo clasificarlo, definirlo y, con el tiempo, resolverlo; un misterio, en cambio, es aquello que por más que profundices nunca se agota, no lo podemos abarcar, tampoco reducir ni domesticar, porque cuanto más penetramos en él, más se nos escapa, más nos sorprende, más nos desborda.