Para los antiguos griegos, creadores de la política y de los fundamentos de la enseñanza, Estado y educación se ligan de manera indisoluble. Dice Platón que cada tipo de Estado forma un determinado tipo de hombre, y Aristóteles exige que se imprima de un modo vigoroso e implacable en los ciudadanos el ethos de la ley. Más allá de ser autoridad legislativa, ejecutiva y judicial, el Estado es necesario como medio ambiente, como la atmósfera que respira el individuo.
La selección de quienes habían de conformarlo revestía una importancia vital, elevar a la ciudadanía comienza por la selección de los dirigentes políticos con base en un examen en toda regla; Sócrates le pregunta a Calicles a qué hombres ha hecho mejores en su vida privada antes de abrazar su carrera política, pues se trata de reclutar a quienes tengan experiencia probada en ello. En su oración fúnebre ante los caídos en la guerra, Pericles afirma que en el Estado ateniense ningún mérito auténtico, ningún talento personal tenían cerrado el camino a la actuación pública.